deleitarse, regocijo

11 septiembre, 2008

un lugar, un momento

Desde un lugar cercano, se respira el aire del viento, se escucha el silencio de los árboles,
refugiado yo bajo un techo.

Contemplaba un sol brillante y comunicativo,
hacia el fondo de unas nubes caprichosas, sobre las cuales saltaba flotando mi imaginación.

Una larga e interminable tormenta de incomodidades tras de mí dejo, por unas horas.
Es un alivio,
desde donde se puede apreciar algunos campos y algo de baja montaña en el horizonte.

Junto a la bicicleta fiel y una bolsa de tela con provisión y prevención,
para tan sólo unas horas de tarde,

El silencio del campo se manifiesta suavemente con el viento y la luz natural del sol.

Las ideas fluyen mejor, pero también los recuerdos.

No hay placeres mundanos ni urbanos,
aunque sí lo hay cercanos.

Para no ser visto por eventuales conductores sobre una carretera cercana,
refugiéme en un rincón del solitario pero acogedor soportal del edificio,

Sobre el suelo, en el rincón,
desde el cual encontré paz, satisfacción,
contemplando el atardecer al fondo,
y la silente bicicleta junto a un lado.

Hallaba, también, algo de alivio a mi alma,
cuando mi cabeza cobijaba,
sobre el asiento de la columnata,
y apoyado sobre mis brazos.

Paz y sueño, se encontraban,
sin apenas distraerme algún ruido de algo caer ó llegar.

Llegó la hora, algo me dijo, con el sol ya tras los cerros

Despacio y con calma,
tomé mis cosas, la bicicleta y marché del lugar.





--Caminante literario y narrativo--

(Autor de estos blogs y de sus correspondientes cyber-buzones)

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